Algunas veces miramos en nuestro interior (¡Que asco!) y encontramos diversos aspectos que nos desagradan. Reconocemos en nosotros mismos la necesidad de crear un mundo diferente al que vivimos, pero encontramos en su lugar, las consecuancias del mundo real. Esa introspectiva no solamente revela cosas crudas y verdaderas, sino que no podemos negarlas porque están tatuadas por todos los sentidos que uno busque. Nuestros errores nos acompañan dejando esa marca que dura hasta que nuestra alma guste. Lo difícil de este caso es aceptar que de esas marcas hemos aprendido, y con ello nos hemos transformado en personas diferentes.
Muchas veces, creo yo, nos hemos preguntado si esas consecuencias que a veces se reflejan han sido bien elegidas. Parecería absurdo ponerse a pensar que ese camino era el único, porque siempre está la opción de no hacer nada… que a veces resulta lo mejor, pero nuestra asertividad nos ciega al momento de pensarlo, sin embargo ese es otro arroz… La pregunta viene en razón de la introspección y el recuerdo… ¿Cuántas veces no hemos recordado las consecuencias de nuestras acciones y hemos pensado en si hubiéramos hecho algo diferente? ¿O a veces nos enfrentamos a nosotros mismos y pudiésemos deshacer? Se trata del juego de la vida cuyas reglas son, lo que hiciste está hecho y no puede deshacerse, y las decisiones deben tomarse de acuerdo a las consecuenas... Si todo salió bien, pues qué maravilla; pero si todo fue un error, tú unica opción es tomar lo que puedas o quieras de aquello que ha acontecido y aprender.
Además, entre otros aspectos, muchos dicen que la soledad es el más absoluto de nuestros jueces; que aquellos que tienen miedo de estar solos es porque ante la ausencia de otras personas, tienden a llegar a esas introspecciones y se horrorizan de lo que encuentran pues entienden su propio vacío. Otros ven en la soledad un momento de autoevaluación y cordura absoluta que les ayuda a entender el mundo en que viven, armonizando su propia existencia y experiencia con esa sociedad. Así se presentan los componentes que forjan nuestra personalidad. Los actos mismos que nos toca vivir, se guardan hasta lo más profundo de nuestra mente, pero dejan algo que no podemos dejar de un lado aunque no nos demos cuenta.
Recorremos un camino que a veces no quisieramos pero cada paso es un momento que nos ha tocado vivir y las decisiones muchas veces dejan de ser el hacerlo o no hacerlo, sino aprender o caer de nuevo. El detalle radica en reconocer en qué momento de nuestra soledad podemos vivir y encontrar un momento en que nuestra propia lucidez cree esa introspección. Dentro de nosotros se encuentran las respuestas que necesitamos… pero a veces nos falta el valor de preguntar porque muchas veces no sabemos qué tipo de persona es la que encontraremos, pero ese desconocimiento es simplemente el reflejo del mismo miedo que a veces tenemos de nosotros mismos.
No hay una solución práctica para entender lo que la experiencia nos ha creado, pero sí existe la necesidad o curiosidad del conocimiento, y esa es la diferencia entre crecer o vivir con miedo… Y una vez, sólo preguntándonos a nosotros mismos “¿Por que las cosas deben ser así?” Entenderemos que la respuesta que podemos darnos a nosotros mismos es “¿Por qué no?”…
Pasen un feliz año nuevo!
lunes, 28 de diciembre de 2009
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